NOTICIA
La Competencia en tiempos de guerra
15 de abril, 2020
Un mes después de decretarse el estado de alarma en España, resulta inevitable reflexionar sobre la voracidad con la que una enfermedad se ha implantado en el mundo dejando tras de sí un rastro de ilusiones y vidas rotas.
“El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, dice un proverbio chino. Un proverbio que cobró sentido cuando una mera acción en un lugar hoy no tan desconocido del planeta provocó una pandemia que, en la actualidad, asola el mundo sin importarle frontera alguna.
A través del clásico método de ensayo y error, y a falta de una soñada vacuna contra el virus, la humanidad parece haber dado con la clave para evitar el colapso de los sistemas nacionales de salud. En este sentido, el confinamiento de personas en sus casas se ha consagrado como la política pública más exitosa del año.
Sin embargo, como contrapartida de la estrategia del aplanamiento de la curva, se ha parado el mundo en sentido figurado. Sólo hay que observar, desde nuestras ventanas, que son muchos los comercios y fábricas que han tenido que bajar la persiana de manera temporal como prueba de solidaridad con el sistema que hoy conocemos y que tantas buenas cosas nos ha dado.
Por estas razones, parece que el mundo de la competencia entre empresas, como ha ocurrido con el deporte mundial, está suspendido temporalmente, aunque no así el Derecho de la Competencia.
En este sentido, son muchas las empresas que en tiempos de crisis pueden ver oportunidades en sus negocios y en el mercado. Como dice el refrán, “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Esto podría explicar el hecho de que la CNMC haya recibido medio centenar de consultas y denuncias de particulares y empresas en el buzón especial para denuncias y consultas relacionadas con el COVID-19. Algunas de estas denuncias han dado lugar al inicio de investigaciones, concretamente en los mercados financieros y de servicios funerarios. El abuso de precios pactado entre competidores o derivado de una posición de dominio en el mercado, así como el aprovechamiento desleal de la situación de crisis actual afectando con ello el interés público, son las prácticas anticompetitivas que está investigando la autoridad de competencia aquí en España.
Y es que en su momento ya lo advirtieron todas las autoridades de competencia a nivel europeo. En estos tiempos del coronavirus pandémico, se perseguirá cualquier conducta que pretenda aprovechar la crisis actual en perjuicio de los consumidores y, por este motivo, se está siguiendo la evolución de los mercados afectados y, en particular, la formación de los precios en los productos y servicios básicos, incluidos los sanitarios y funerarios.
Y aunque la situación en el mundo de la empresa demande mucha cautela desde la perspectiva del Derecho de la Competencia, no todos los acuerdos o medidas entre competidores que se están dando tienen un objetivo anticompetitivo. Más bien al contrario: son positivos para el interés general. Muchos de ellos pretenden solucionar las dificultades de crisis actual y muchos otros garantizar el suministro de productos esenciales, en beneficio de la sociedad.
En su momento, el filósofo y economista John Stuart Mill dijo una frase que vale la pena recordar: “No hay mejor prueba del progreso de la civilización que el progreso del poder de cooperación”. Y es que en tiempos de pandemia donde la inercia muchas veces conduce al levantamiento de muros y al aislamiento social, el sentido de unidad a través de la cooperación y colaboración está demostrando ser una fuerza inconmensurable. Un poder que tanto la sociedad civil como las empresas están utilizando para frenar la propagación del COVID-19 y acelerar el regreso a la vida cotidiana. Un poder detrás del cual yace una idea políglota: solo juntos superaremos y venceremos al virus.
Como ejemplos de lo anterior podemos citar el acuerdo de cooperación entre los gigantes tecnológicos y siempre rivales Apple y Google, que están esforzándose para permitir el uso de la tecnología Bluetooth para ayudar a gobiernos y agencias de salud a reducir la propagación del virus, rastreando el coronavirus y siempre respetando plenamente la privacidad y seguridad de los usuarios de sus respectivos sistemas operativos iOS y Android.
Otro acuerdo de cooperación es el implementado entre dos de las mayores compañías farmacéuticas del planeta, la francesa Sanofi y la británica GlaxoSmithKline, tradicionalmente rivales que han unido esfuerzos para desarrollar a contrarreloj una vacuna experimental contra el COVID-19.
Otro ejemplo de cooperación empresarial es el consorcio denominado Ventilator Challenge UK, del que forman parte varias empresas de los sectores aeroespacial, automovilístico y sanitario, creado para investigar, diseñar y fabricar una gama de respiradores de alta calidad para suministrar a los hospitales británicos y ayudar con ello a los pacientes más graves.
Como se puede comprobar, son muchos los ejemplos que podemos citar de acuerdos de cooperación en estos tiempos convulsos, donde los competidores pasan a ser colaboradores, trabajando codo con codo por el interés general persiguiendo un objetivo común: el regreso a la normalidad.
Unos acuerdos entre competidores que el Derecho de la Competencia permite siempre y cuando se cumplan una serie de criterios cumulativos de eficiencia definidos en las Directrices de la Comisión Europea sobre la aplicabilidad del artículo 101 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea a los acuerdos de cooperación horizontal.
Estos son solo algunos apuntes de la competencia en tiempos de guerra. Una guerra que está poniendo a prueba los valores de nuestra sociedad. Una guerra que solo juntos podremos vencer.
“El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, dice un proverbio chino. Un proverbio que cobró sentido cuando una mera acción en un lugar hoy no tan desconocido del planeta provocó una pandemia que, en la actualidad, asola el mundo sin importarle frontera alguna.
A través del clásico método de ensayo y error, y a falta de una soñada vacuna contra el virus, la humanidad parece haber dado con la clave para evitar el colapso de los sistemas nacionales de salud. En este sentido, el confinamiento de personas en sus casas se ha consagrado como la política pública más exitosa del año.
Sin embargo, como contrapartida de la estrategia del aplanamiento de la curva, se ha parado el mundo en sentido figurado. Sólo hay que observar, desde nuestras ventanas, que son muchos los comercios y fábricas que han tenido que bajar la persiana de manera temporal como prueba de solidaridad con el sistema que hoy conocemos y que tantas buenas cosas nos ha dado.
Por estas razones, parece que el mundo de la competencia entre empresas, como ha ocurrido con el deporte mundial, está suspendido temporalmente, aunque no así el Derecho de la Competencia.
En este sentido, son muchas las empresas que en tiempos de crisis pueden ver oportunidades en sus negocios y en el mercado. Como dice el refrán, “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Esto podría explicar el hecho de que la CNMC haya recibido medio centenar de consultas y denuncias de particulares y empresas en el buzón especial para denuncias y consultas relacionadas con el COVID-19. Algunas de estas denuncias han dado lugar al inicio de investigaciones, concretamente en los mercados financieros y de servicios funerarios. El abuso de precios pactado entre competidores o derivado de una posición de dominio en el mercado, así como el aprovechamiento desleal de la situación de crisis actual afectando con ello el interés público, son las prácticas anticompetitivas que está investigando la autoridad de competencia aquí en España.
Y es que en su momento ya lo advirtieron todas las autoridades de competencia a nivel europeo. En estos tiempos del coronavirus pandémico, se perseguirá cualquier conducta que pretenda aprovechar la crisis actual en perjuicio de los consumidores y, por este motivo, se está siguiendo la evolución de los mercados afectados y, en particular, la formación de los precios en los productos y servicios básicos, incluidos los sanitarios y funerarios.
Y aunque la situación en el mundo de la empresa demande mucha cautela desde la perspectiva del Derecho de la Competencia, no todos los acuerdos o medidas entre competidores que se están dando tienen un objetivo anticompetitivo. Más bien al contrario: son positivos para el interés general. Muchos de ellos pretenden solucionar las dificultades de crisis actual y muchos otros garantizar el suministro de productos esenciales, en beneficio de la sociedad.
En su momento, el filósofo y economista John Stuart Mill dijo una frase que vale la pena recordar: “No hay mejor prueba del progreso de la civilización que el progreso del poder de cooperación”. Y es que en tiempos de pandemia donde la inercia muchas veces conduce al levantamiento de muros y al aislamiento social, el sentido de unidad a través de la cooperación y colaboración está demostrando ser una fuerza inconmensurable. Un poder que tanto la sociedad civil como las empresas están utilizando para frenar la propagación del COVID-19 y acelerar el regreso a la vida cotidiana. Un poder detrás del cual yace una idea políglota: solo juntos superaremos y venceremos al virus.
Como ejemplos de lo anterior podemos citar el acuerdo de cooperación entre los gigantes tecnológicos y siempre rivales Apple y Google, que están esforzándose para permitir el uso de la tecnología Bluetooth para ayudar a gobiernos y agencias de salud a reducir la propagación del virus, rastreando el coronavirus y siempre respetando plenamente la privacidad y seguridad de los usuarios de sus respectivos sistemas operativos iOS y Android.
Otro acuerdo de cooperación es el implementado entre dos de las mayores compañías farmacéuticas del planeta, la francesa Sanofi y la británica GlaxoSmithKline, tradicionalmente rivales que han unido esfuerzos para desarrollar a contrarreloj una vacuna experimental contra el COVID-19.
Otro ejemplo de cooperación empresarial es el consorcio denominado Ventilator Challenge UK, del que forman parte varias empresas de los sectores aeroespacial, automovilístico y sanitario, creado para investigar, diseñar y fabricar una gama de respiradores de alta calidad para suministrar a los hospitales británicos y ayudar con ello a los pacientes más graves.
Como se puede comprobar, son muchos los ejemplos que podemos citar de acuerdos de cooperación en estos tiempos convulsos, donde los competidores pasan a ser colaboradores, trabajando codo con codo por el interés general persiguiendo un objetivo común: el regreso a la normalidad.
Unos acuerdos entre competidores que el Derecho de la Competencia permite siempre y cuando se cumplan una serie de criterios cumulativos de eficiencia definidos en las Directrices de la Comisión Europea sobre la aplicabilidad del artículo 101 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea a los acuerdos de cooperación horizontal.
Estos son solo algunos apuntes de la competencia en tiempos de guerra. Una guerra que está poniendo a prueba los valores de nuestra sociedad. Una guerra que solo juntos podremos vencer.
Autor/es
Jesús Antonio Urriza – Asociado
Contacto para prensa
Sandra Cuesta
Directora de Desarrollo de Negocio, Marketing y Comunicación
Sandra Cuesta
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Más información sobre
Gómez-Acebo & Pombo
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