Iñigo Erlaiz, De becario a director: toda una vida en el bufete | Cinco Días
Los abogados que echan raíces en una misma casa son perfiles cada vez más escasos. Letrados de la “vieja guardia” analizan por qué los jóvenes ya no se atan a una firma.
Llegar a la cúspide en la carrera profesional después de tres décadas en una misma empresa es cada vez menos habitual. El compromiso genuino y la afiliación a la cultura y los valores empresariales de aquellos que crecen con el proyecto original son un potencial que ninguna compañía debería menospreciar. Entre ellos, podemos destacar a Iñigo Erlaiz, Socio director de Gómez-Acebo y Pombo.
Su testimonio pone de relieve que hay factores que actúan como vectores de engagement con el despacho. El sentimiento de formar parte del proyecto desde el inicio, las oportunidades de crecimiento profesional, el ambiente y el compañerismo, la igualdad de oportunidades y el ser escuchado por la dirección en la toma de decisiones, son algunos de los atractivos para que un abogado decida comprometerse con el bufete. Por ejemplo, Íñigo Erlaiz, encontró “buen ambiente y una estructura muy horizontal, en la que asumes responsabilidades desde el primer día”. Sentir como propio el proyecto hace que quieras “verlo y hacerlo crecer”, declara.
Según los expertos, uno de os secretos está precisamente en conseguir que el profesional se sienta parte del proyecto, que reme junto a los compañeros hacia un objetivo que tiene mucho que ver con los valores y el ADN de la compañía.
Iñigo dirige Gómez Acebo y Pombo desde hace dos años, y afirma que “te sientes abogado de verdad desde el primer día”. Lleva 25 años en el despacho y cuenta como anécdota, que le llamó la atención y le hizo sentirse parte del proyecto; que cuando llevaba pocos días en el bufete se cruzó con Fernando Pombo y “él sabía perfectamente quién era. No solo cómo me llamaba, también de dónde era, dónde había estudiado y en qué área estaba asignado”.
La filósofa Hannah Arendt, en su libro La condición humana (1959), investiga cómo el trabajo configura la identidad del hombre, donde explica la distinción entre el homo faber, el que trabaja para vivir, y el homo laborans, el que vive para trabajar. Esta distinción ayuda a comprender el problema de porqué los jóvenes ya no se desarrollan en un mismo bufete, y es que, la concepción del trabajo está cambiando completamente; tal y como confirma un informe de la comisión de talento de Women in a Legal World, donde también se referencia el trabajo de Arendt.
Así, la carrera de los nuevos abogados no estará enfocada, sí o sí, en ser socio, sino que proliferarán caminos alternativos. Se trata de una idea que comparten tanto socios y perfiles séniors como mileniales y la generación Z.
Sin embargo, una idea permanece, y es que cuando el match entre bufete y abogado es perfecto, el vínculo se fortalece.
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